jueves, 14 de marzo de 2013

No éramos ni bohemios, ni rapsodas; pero éramos nosotros.

ESTA ENTRADA SE HA TRASLADADO A MI NUEVO BLOG: conkdekarma.wordpress.com  DONDE TAMBIÉN PODRÁS ENCONTRAR ENTRADAS NUEVAS

Era el quinto cigarro que encendía en menos de una hora. Todo lo que había hecho en lo que llevaba de tarde era, mientras realizaba alguna tarea sin importancia, darle vueltas a ese sueño que horas después de despertarme seguía en mi cabeza. En un intento fallido por tranquilizarme había acudido al paquete de Malboro sin darme cuenta de que el humo, lejos de aclarar mis ideas, solo nublaría más todo, impidiéndome ver lo que tenía delante. 
Todo aquel que conocía nuestra historia mencionaba las mismas palabras "Ese chico no me gusta para ti. No me gusta nada." Parecías ser un gran error. Posiblemente mi mayor error en años. Pero yo, en lugar de escuchar esas palabras y alejarme de la catástrofe que se aproximaba, me quedaba para contemplar lo que podría ser el fin de mí misma.

No me parecía tan horrible, después de todo. Nos veía ahí, en contra del mundo. Agarrada de tu brazo cantándole a la noche mientras todos nos miraban atónitos. "Están locos" decían sus miradas. Y no nos importaba, nos hacía cantar más alto. Le cantábamos a lo Golfa que es la inspiración y hacíamos de Rapsodas Bohemios en un mundo demasiado moderno para ello.  Desaparecíamos de la mano mientras los demás hacían apuestas sobre cuánto tardaríamos en volver.

Esta no había sido una de esas noches de perderme de tu mano, ni mucho menos, pero mi caprichoso subconsciente quería dormir contigo y no le valía un no por respuesta, así que decidió traerte a mis sueños. No esperes que te cuente lo que soñé, ya sabes, llámalo "si se cuenta no se cumple" o llámalo "cualquier excusa que me sirva para librarme de contártelo". La cuestión es que, sin importarle el capricho de mi subconsciente, el sol vino a despertarme y a recordarme ya no soy ese amor de verano al que abrazas por las calles, que ahora es invierno y que hace meses que no se nada de ti. Que todo lo que siento se resume en querer derramar mis ganas en las tuyas sin que nada ni nadie nos diga cuándo separarlas, pero que eso ya no sirve de nada. 

Ahora se ha vuelto a hacer de noche. Quién sabe si mañana te escribiré otra vez para, después, volver a guardarlo en borradores y publicarlo varios meses más tarde cuando, tras varias semanas de creer que ya me importas menos, llegue un día de lluvia que me invite a recordar.